Siempre
le tuve roña a la psicología.
Un
par de veces fui a “que me trataran”, pero solo me daban ganas de no regresar y
jamás sentí algún avance en mi vida.
Hace
aproximadamente mes y medio comencé a ir a terapia Eriksoniana, basada en el
hipnotismo consciente del paciente, utilizando el trabajo de ambos hemisférios
del cerebro para transformar conductas, pensamientos o actitudes negativas por
positivas. Se trabaja con simbolismos que el paciente formula para representar
el problema, la causa y el recurso para salir del atolladero.
Con
este enfoque psicológico se pueden tratar:
bulimia,anorexia,adicciones,violaciones,duelos etc etc SIN traumatizar más al
paciente, lo que me parece perfecto.
También
se maneja la respiración y el sueño como método de sanación.
El
terapeuta siempre utiliza un lenguaje con acotación positiva pues el
inconsciente NO acepta un NO por orden o respuesta.
“Si
te digo que no lo hagas, seguramente lo harás”. Así estructurado nuestro
cerebro.
Las
sesiones son relativamente rápidas y no martirizan como el psicoanálisis. No
dan rodeos. Todo directo al grano.
“SI,
te metiste en 1000 líos; pero no importa el porqué, lo que importa es que
salgas.”
Tal
vez por eso me ha gustado la terapia y francamente me siento bien.
Estoy
tomando el curso de hipnosis para entender cómo funciona lo que me está
funcionando.
Al
principio, entré con un poco de morbo y siendo escéptica.
Eso
cambió.
Ayer
hipnotizaron a una compañera pedagoga para que sacara algún recuerdo doloroso
con el método de regresión.
¡DIOS!
Nos quedamos con la boca abierta y callados de la impresión.
Yo
soy paciente y sé lo que es sacar un dolor profundo y el ser hipnotizada, pero
al ver el proceso en otra persona entendí (como cuando te cae un balde de agua
fría) lo serio y la responsabilidad del terapeuta.
Me
quedé callada sin preguntas qué formular, al igual que mis compañeros
psicólogos que tienen una fuerte tendencia a la estructuración lógico-matemática.
Ya
estamos en el proceso de empezar a practicar, manejando la entrevista inicial,
la voz hipnótica, etc.etc.
La
doctora tiene 84 años y está perfectamente lúcida. Podrán fallarle las piernas
pero la cabeza para nada. (Así como al profesor Xavier de los hombres X).
En
la teoría me sentía muy cómoda… en la práctica ya veré mis capacidades (gulp)
Ahora
me queda claro que cada quien construye su realidad, y que depende de cada uno
el rumbo que lleve su vida.